miércoles, 23 de septiembre de 2009

Pensamientos del futuro II: la tormenta se avecina

Cada vez que veo TV me convenzo más de que somos creaturas moldeables y manipulables. La radio tampoco deja de sonar y los políticos que desean sentarse en el sillón del presidente, mueren por minutos de ratting. ¡Qué locura se desata en tiempos de elecciones!
Si apenas ayer vitoreamos a la reina, hoy la despedimos después de estos pocos años de gloria.

¿Y si la política es la lucha actual por el poder? ¿Cómo nos daremos cuenta del fin que algunos desean encontrar en las palabras de aquellos que se dicen dignos de ascender o de ser asuntados?

El sillón les espera, sí, pero sobre su sien se cierne el filoso recuerdo de la espada sobre la cabeza del rey, pues Damocles, sólo mira y sonrie. El rey, dirá, no se la puede.

De todos los candidatos, lamentablemente, no se hace uno.
Aquel señala con desdén a quienes desean el poder desde hace tiempo. Éste lleva su propio micrófono para dar sus discursos llenos de sinónimos y palabras vacías, sin sentido.
El otro... bueno... el otro es un completo idiota. Pero un idiota de nuestros tiempos. Un observador y retenedor de imágenes pop como aquellas de la cultura bit y de Andy Warhol.
Llama la atención que la imbecilidad se apodere de las mentes de quienes son candidatos.

Pero hay otros, más atrás. Como el indio. No logran avanzar. Se estancan y, como se dice en la jerga, se bajan. Como si bajarse representare un acto de valentía y de sana lucha.

Claro que no, pues. La lucha es siempre sangrienta. La mirada es loca y la sed de muerte yace en nuestras almas. El pueblo quiere sangre y como en el Coliseo, la tendrá.
Luego, el emperador alzará su mano e inclinando su dedo hacia arriba, dará la señal para que ese gladiador vencido muera.

La arena politica se pone interesante, postulan algunos. Mas, la salvaje emoción nos demuestra una vez más que el hombre es un animal que pelea por lo que quiere en el día a día.

Es un verdadero obrero de la hipocrecía, pero un obrero al fin.
¿Puede alguien negar el talento de estos singulares personajes?

Así transcurre Chile, un pais ordenado deonticamente, al cual preferimos ver interesado en la vida futura más que en la vida presente. Que añora sus años de grandeza en que construía su libertad a base de una ensangrentada consigna belicosa.

Es tiempo de escuchar las botas sobre el pavimento. ¡Momento! ¿Acaso ya es tiempo de cambiar? Espero que no. Espero que sí. No sé. Tal vez sea sólo el saber que en nuestra Historia patria, jamás ha pasado más de 40 años sin una revuelta.
¿Habremos crecido? ¿Seremos más maduros?
Quizás sea la sensación de que nadie representa mis valores. Que son mis puntos de vista los que me hacen perder el horizonte y no votar.
Quizás sean estas trancas de la Historia que no me hacen confiar en el futuro.
Que la espera de aquella revuelta se materialice en un mejor entendimiento entre quienes componen este pais. Una nación beligerante, pero tranquila. Con una suerte que sólo Bachelet puede explicar.
Aquella fortuna es y será el sino y el camino que debemos o queremos seguir, ya que como se sabe, el deber ser jamás sigue al ser. ¿Para qué desgastarse entonces? Buena pregunta.
Mala respuesta.
Lo cierto es que se avecina una tormenta y depende sólo de nosotros detenerla. ¿Seremos capaces llegado el momento? Hasta el momento... (¿reformas?)...
Parece que no.
Que la Historia nada nos ha enseñado y que seguimos cometiendo los mismos y antiguos errores: creernos superiores... pero en estupidez.